03 febrero, 2024

La crítica literaria ¿Ilusión o dogma de fe?


En el universo de la literatura, la crítica literaria emerge como un faro que intenta iluminar el camino del análisis y la comprensión. No obstante, nos encontramos atrapados en las sombras de la subjetividad y las apariencias, dando lugar a lo que podríamos llamar "La Ilusión de la Crítica Literaria".
A primera vista, la crítica literaria se presenta como una disciplina rigurosa y objetiva. Sin embargo, es como un espejismo en el desierto literario, donde cada crítico es un viajero que busca descifrar el significado y el valor de una obra. La ilusión de una crítica puramente objetiva se desvanece frente a la cruda realidad de la subjetividad inherente en la percepción de la literatura.

La primera falacia de la crítica literaria radica en la búsqueda de una objetividad inalcanzable. Los críticos, al igual que cualquier lector, no pueden separarse de sus experiencias, creencias y pasiones al enfrentarse a una obra literaria. Así, la verdad en la crítica literaria se convierte en un caleidoscopio de perspectivas en constante cambio, donde cada interpretación es tan válida como la siguiente.

La segunda quimera de la crítica literaria está relacionada con la presión para conformarse a las normas académicas y los cánones culturales. Los críticos a menudo se ven tentados a adherirse a las corrientes críticas predominantes o a las voces autorizadas, limitando así la diversidad de enfoques y perpetuando una norma crítica que estandariza y homogeneiza la interpretación literaria.

La tercera ilusión se manifiesta en la veneración acrítica de las obras canónicas. Aquellas obras que han alcanzado el panteón de la literatura quedan protegidas de críticas y revisiones más audaces, obstaculizando así la exploración de nuevas perspectivas y voces literarias.

La cuarta y última quimera reside en la evaluación de las obras literarias según criterios predeterminados, como la estructura, el simbolismo o la caracterización. Aunque estos criterios son útiles en su medida, no pueden capturar la inmensa riqueza y diversidad de la literatura, lo que conduce a una simplificación injusta de las obras y a una pérdida de su singularidad y matices.

En última instancia, la crítica literaria no es una ilusión, sino una disciplina de profunda complejidad. Debería abrazar su subjetividad y celebrar la diversidad de voces en lugar de aferrarse a una objetividad irreal. La apreciación de la literatura es un viaje íntimo y enriquecedor, y la crítica literaria, lejos de imponer una verdad unívoca, debe actuar como guía para explorar la profundidad de las obras literarias desde múltiples perspectivas. Es en la diversidad de interpretaciones donde la magia y el enigma de la literatura encuentran su morada más fértil.

Artur Álvarez

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