I.
Regabas tomateras
y te picaban las piernas
y cavabas orificios para quemar insectos.
Rumias, en cuclillas: me van a castigar
cuando me pillen.
Pero yo te quiero más así: insensible y cruel,
lento,
callado;
ahora eres espiga y crees en las lesiones
de los peces impúdicos, eres
ecológico,
y el recuerdo de quien fuiste cruza por la nada,
hasta explotar orejas y patitas: un mechero
es el arma de este niño bondadoso
que eres tú.
Ignoras
o ignorabas
qué es un acto virtuoso.
Eres bello. Eres lo más bello.
II .
Cuando eras un niño bondadoso y casi
ciego,
matabas bichos.
No quiero hacer apología de la muerte
de inocentes coleópteros
casi ciegos y rotos;
un crimen es un crimen, aunque el más terrible crimen
sea el músculo,
ese llanto.
Si yo te justifico
es porque me conviene:
sería doloroso para mí
no reflejarme; sería doloroso para mí
que tú estuvieras
al margen del mundo y su inconsciencia.
Por eso te prefiero insensible y cruel,
lento,
callado;
arbitrario pirómano de 4º de Primaria:
no saber nada, no sentir nada, la vida es eso cuando no hay
poemas, y el cerebro es aún un corazón
rudimentario:
así eres por fin creíble y verosímil
y te amo claramente ex-asesino,
porque te pareces a mí
a los nueve años,
insultando a una niña
gorda idiota tonta mala
riéndome.
Berta García Faet nació en Valencia en 1988. Es autora del ensayo El arte de encender las palabras (Barlin, 2023) y de los libros de poesía, todos ellos publicados en La Bella Varsovia, Corazonada (2023), Una pequeña personalidad linda (2021), Los salmos fosforitos (2017; Premio Nacional de Poesía Joven “Miguel Hernández” 2018), La edad de merecer (2015), y otros cuatro poemarios, reunidos en Corazón tradicionalista. Poesía 2008-2011 (2017). Es doctora en Estudios Hispánicos por la Universidad de Brown.
No hay comentarios:
Publicar un comentario