01 marzo, 2024

Sobre la independencia y la calidad de la poesía

Entre las muchas variables que intervienen en la hora de interiorizar la poesía, sin duda, una de las más consistentes es la subjetividad como acción interpretativa. Por otro lado, acción aplicable a cualquier manifestación artística.

Pues bien, una vez superados elementos esenciales como son la correcta expresión ortográfica, el adecuado uso de los diferentes recursos estilísticos y otros elementos formales, que hace que un poema sea catalogado con una buena dosis de calidad y belleza? Formalmente, como decía, su corrección. Pero el fondo es tan subjetivo que nunca puede convertir esta exclusividad en una línea divisoria que acote el espacio entre la buena poesía y la no tan buena. El estado de ánimo y sensibilidad del lector juegan un papel fundamental en la hora de valoraciones personales. Considero que una estimación colectiva es imposible más allá de los formalismos. Cada individuo digiere el alimento poético de manera diferente en función de cómo gestiona su interioridad.
Siguiendo la misma línea, quien decide la calidad de un poeta? Estoy convencido que hay tantos bonos poetas y excelentes poemas como personas estremecidas por la lectura de unos determinados versos. Así como una diversificación de estilos poéticos a gusto de un abanico inmenso de consumidores líricos.

Tan solo, el poeta sabe con exactitud la intención que usó en la hora de escribir. Pero no todos los poetas estremecen igual, ni todas y todos los lectores interiorizan del mismo modo. Intentar, pues, catalogar el buen poeta es tan inútil como convertir la subjetividad en objetividad.

De esto, ya se encarga la industria editorial. Por eso, hay muchos y magníficos poetas independientes que los leen unas cuántas personas y también, muy pocos poetas, en algunos casos mediocres, que los leen miles de lectores.

Si tienes la fortuna de ganar algún reconocido premio literario o si eres al lugar adecuado en el momento oportuno, quizás la suerte te acompaño y llegas a ser uno de los elegidos y así consigas un número más grande de lectores. Si además, de poeta, eres un experto en redes sociales, quizás podrás plantearte suplir la industria con una buena cartera de seguidores con los cuales poder financiar la edición de tus obras. En cualquier caso, es el que tiene ir por libre en este mundo de la literatura independiente. Aun así, quitando de unos poco elegidos encumbrados al olimpo editorial, la poesía, desde el punto de vista empresarial, no tiene atractivo comercial.

En general, el negocio del arte es así. Cuando interviene la industria, todo se vuelve injusto y descafeinado. Siempre es el mismo, el pescado que se muerde la cola. La consecuencia clara: gustos y tendencias dirigidas y adulteradas. Y todavía hay algunos elegidos que se lo creen. Cosas del ego.

Artur Álvarez

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