En el flujo dorado,
la mujer se despliega
como un río de oro.
Éxtasis de la carne,
relámpago azul,
un universo vibrante.
Un mar de oro,
susurrando amor,
y las manos se entrelazan
en un vaivén sin fin.
Olas como senos
que rompen en el horizonte,
brazos como remos
que navegan hacia el infinito.
Vértices de mujer,
fuente de emociones,
eco de sueños perdidos,
laberinto del deseo
cobijando la eterna plenitud.
Artur Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario